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Bidrage med feedbackEstuve esperando 30 minutos por mi comida que nunca llegó. El servicio fue horrible. Las tapas son caras y los empleados no se preocupan por los clientes.
Fuimos a desayunar y nos encontramos con una situación desagradable en el restaurante. Un camarero sin mascarilla hablaba con los clientes encima de las mesas, lo cual nos hizo sentir incómodos. Sin embargo, una chica con mascarilla nos atendió de manera excelente y se disculpó por la situación. Aseguró que se estaban cumpliendo todos los protocolos sanitarios, pero aún así no nos sentimos seguros ya que las mesas no estaban separadas y había trabajadores sin mascarilla realizando reformas. Por seguridad, decidimos marcharnos, lamentando la situación ya que seguramente el resto de profesionales estaban haciendo bien su trabajo. No queremos arriesgarnos en estos tiempos difíciles.
El sábado pasado fuimos a comer, cuando llegamos a la playa por la mañana el propietario estaba abriendo por lo que no pudimos ver el lugar, y tampoco nos mostró el menú, nos dijo que nos haría la paella que quisiéramos y que tenían diferentes entradas, y bueno, obviamente asumimos que al estar en la playa no sería muy económico, algo que no suelo importarme si la calidad lo merece, por lo que terminamos reservando para dos horas después. Debo decir que nunca me he sentido tan estafada, sin preguntarnos nos soltó la cesta de pan con aceite de ajo para comenzar, la cerveza caliente y en lata, copas sucias y rayadas, solo le quedaban patatas bravas, ensalada o calamares, supuestamente deliciosos, que resultaron ser calamares congelados, chiclosos y salados. Habíamos pedido arroz a banda, que apareció en una paella de tercer mundo, sucia, que creo que nunca limpiaron, estaba salado, aceitoso y con 4 dedos de arroz. Ni siquiera se nos ocurrió pedir postre, pero solo tenían natillas, el café incomible y tampoco tenían leche condensada. Sin papel higiénico, sin luz en el baño, sin jabón, y al parecer sin ducha en su casa, porque el señor olía fatal. Se me ocurrió entrar para pedir que me cambiaran la copa, y bueno, cuando vi lo que vi, cámaras abiertas, botellas de refresco de 2 litros abiertas por allí con las que hacía el tinto de verano, y suciedad por todas partes. Lo único bueno de todo fue el precio, cuando trajo la cuenta me dije, le dije que me parecía abusivo dado el servicio y la calidad, y me dijo que era el precio del menú que antes no me mostró, pero que al reclamar milagrosamente lo tenía. Un fraude, terminó dándose la vuelta y dejándome con la palabra en la boca. No creo que ningún cliente pise ese lugar más de una vez.
En un día como hoy, soleado y buena temperatura, decidimos pasar un día de playa. Cerca a ella, lo único bueno que tiene es la ubicación, se encontraba Casa Lola . Allí, de primeras el camarero nos dijo que no tenía bebidas, sólo unas Fantas de Naranja, cerveza sin alcohol y sangría (eso sí, sin hielo). Además te vendia a diestro y siniestro las dichosas patatas bravas, que no decidimos coger. Aprovechamos y decidimos escoger la fideua. Cual es nuestra sorpresa que la fideua no era una Fideua, eran unos simples fideos en remojo acompañado de unos mejillones y poco más. No sabía a fideua ni nada que se le parezca. Comida de mala calidad y pésima por 16,80 por cabeza. Acompañado de pan duro a 1,80 y salsa de ajo aceite por dos euros, que nadie pidió. Encima, el camarero, típico simpático que va de gracioso, se mete en nuestras conversaciones, enseñando sus calzoncillos para mostrar lo que había adelgazado en tan poco tiempo. Ah y por supuesto, que no decir de la higiene en los baños o en los cubiertos, prefiero antes las algas del mar. Y todo por 87 euros señores, trayendo el agua de casa. Magnífico. Señores, revisen antes las opiniones antes de entrar a cualquier local. Gracias
Nos fuimos de la playa bastante tarde y teníamos hambre, así que entramos en el local sin pensarlo mucho. Para empezar, no tenían de nada: ni bebidas, hielos, gran parte de la carta... Nos quedamos porque pensamos que comeríamos bien con una fideuá que nos ofreció el camarero y el agua que traíamos de la playa. Nada más lejos de la realidad. La fideuá no sabía a nada, la paellera daba asco de lo sucia que estaba y nos cobraron aparte por un poco de pan seco, malísimo y ajoaceite lo único que le daba algo de sabor al despropósito . Además, los cubiertos estaban sucios, los baños daban ganas de vomitar y el camarero se metía en tus conversaciones. Para colmo, nos acabó enseñando los calzoncillos para mostrarnos lo mucho que había adelgazado últimamente ¿? Para terminar, el precio fue una locura. Un insulto a la inteligencia. Pero, ¿sabes qué?En realidad, fuimos afortunadas. Si hubiera tenido más platos y bebidas disponibles, habríamos pedido más ay, inconscientes y el palazo habría sido aún peor. Si vas a esa playa, ni mires este local. Llévate unos bocadillos o coge el coche y ve a otro sitio.